#33 Al final una vida digna





La entrada de hoy, es un poco para ir abriendo boca, es distinta a todo lo que he escrito hasta ahora, y la verdad es que fue una reflexión que tuve que hacer para un trabajo de clase y me gustó tanto como me quedó, que casi me siento obligado a compartirla con todo internet (bueno... quien dice todo, las 20 personas que me soléis leer). Espero que os guste y si queréis, dejéis vuestra opinión al respecto en los comentarios.

Paciente al final de la vida

Siguiendo la estela de mi opinión personal acerca de este tema, y después de haber leído los documentos colgados, lo que está claro es que a pesar de todos los avances que ha habido en la sociedad (tanto tecnológicos como forma de ver la vida) la muerte sigue siendo un escenario tabú para todos.

Como médicos, nuestra labor es atender y velar por el bienestar de nuestros pacientes durante toda su vida hasta llegar al final de la misma. Pero a veces nos empeñamos en alargarla más de lo necesario, ya que es cierto que la gente actualmente vive muchos más años que en el pasado pero debemos preguntarnos si debe primar la cantidad o la calidad de esa vida, ya que a pesar de ser más longevos, la calidad de vida de los últimos años de nuestra existencia no suelen ser buenos. Los pacientes ven como su vida se va apagando poco a poco ya que no pueden realizar tareas que en años atrás hacían con facilidad, les puede el cansancio y la debilidad de sus cuerpos ya agotados, después de una vida llena de trabajo y esfuerzo y son más los familiares y los propios médicos lo que se empeñan en alargar una vida que el propio paciente ha asumido (en muchas ocasiones) que ya ha llegado o está llegando a su fin.

A este respecto, muchas veces nos preguntamos cual es el modo de morir perfecto, y siendo razonables, dependiendo de la perspectiva desde donde se mire, lo cierto es que a cada uno le puede parecer perfecto un modo de morir que otra persona le puede parecer horrible, pero todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Por un lado, el morir lentamente, y saber más o menos los tiempos en lo que cada va a ocurrir todo, da la oportunidad de despedirte de este mundo, de arreglar asuntos pendientes y de pasar más tiempo con tus seres queridos para poderles decir adiós. Como paciente esto puede ser beneficioso para poder irte en paz, para asumir tu estado y para no esperar ese momento con angustia, pero para los familiares y seres queridos, puede que este modo de morir no sea tan bueno, ya que saben que van a perder a esa persona y el dolor se prolonga en el tiempo.

En cambio si una persona muere de repente, tampoco es malo para el paciente, ya que no va a enterarse, y para los familiares, será un golpe duro, pero es un dolor y una agonía que no se va a prolongar en el tiempo. El mayor inconveniente es que no existe ese tiempo tan preciado para que el paciente deje sus asuntos en orden.

Pero a pesar de todo esto, a veces se dan situaciones, sobre todo cuando hablamos de gente mayor, que sufren problemas de demencia, en las que los médicos informamos a la familia de la situación terminal del paciente, y damos la oportunidad de que sea la familia la que decida si contarlo o no. Creo que nuestro deber como médicos sería contárselo a nuestro paciente ya que es a él al que nos debemos. Muchas veces esa familia decide no contarle la verdad al paciente “para ahorrarle el saber que se está muriendo, y de esta manera ahorrarle un sufrimiento (según la familia) innecesario”, y creyendo que hacen un bien, puede que le estén quitando la oportunidad de ordenar sus asuntos, despedirse del mundo, de su vida, haciéndose los familiares, dueños de la misma.

Para finalizar, me parece oportuno tratar un tema tan controvertido como la eutanasia, lo cual también está en relación con lo comentado al principio del encarnizamiento terapéutico, ya que aunque en nuestro país, el facilitar un modo de morir no es legal, sí que lo es dejar morir al paciente, con un sufrimiento mínimo y muchas veces nos empeñamos en alargar una vida que no tiene sentido alargar y en la que nuestra labor sanitaria solo debería limitarse a acompañar y aliviar a nuestro paciente en sus últimos momentos, es decir, ofrecerle unos cuidados paliativos de calidad, dejando que la naturaleza, siga su curso.

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