La semana pasada hablaba de una moda absurda que se había impuesto en Navarra. Pues bien, sin dejar de lado el tema de las modas, hoy os traigo una que se ha impuesto en todo el mundo, y estoy seguro que si hay vida inteligente (porque bueno muy muy inteligente este comportamiento tampoco es) fuera de este planeta, también se habrá impuesto.
Si amigos mios, hoy no os vengo a hablar de otra cosa que no sea el afamado Pokemon Go
Recuerdo que corría el año 1999 cuando mis padres nos regalaron a mi hermano y a mi una game boy color (eso era la hostia por aquel entonces)
Y entre los juegos más famosos de esta videoconsola portatil, pionera en mi vida, estaban las ediciones Roja, Amarilla y Azul de Pokémon. Recuerdo que realmente el juego era de mi hermano, nosotros teníamos la edición roja, y a mi me dejaba jugar pero sin guardar(típico de los hermanos toca narices)
Me encantaba recorrerme las cuevas, los pueblos, hablar con la gente, era algo superdivertido.
Así se veía el asunto, hoy los creadores de juegos se tirarían de los pelos al ver estos gráficos pero por aquel entonces eso era la hostia.
Pues bien el sueño de todo niño de entre 5-15 años de la época, era convertirse en entrenador pokémon... 17 años después, catapúm, sueño cumplido, gracias a la tecnología de nuestros smartphones.
Y es que para el que no lo sepa (si es que hay alguien que no lo sabe), Pokemon Go consiste en eso, en ir por las calles de tu ciudad e ir capturando pokémon, conquistando gimasios y tal como si fueses el mismisimo Ash Ketchup.
El problema amigos mios es cuando una plena diversión, como puede ser un juego de móvil, se convierte en una auténtica obsesión. Y es que el jueguecito se nos está yendo de las manos.
El otro día en las escaleras del metro de Madrid (un lugar novedoso para mi) yo estaba subiendo tan tranquilamente y observando aquel nuevo mundo para mi, en esa ciudad tan estresante, cuando de repente alguien me empujó y subió corriendo como si fuese a llegar tarde a algún sitio... mi sorpresa fue cuando de repente lo veo en el rellano lanzando pokeballs a un banco ¿en serio?, a poco me tira el gilipollas.
Y ya no se trata solo de empujones o de la gente que se come farolas por la calle o cruza en rojo sin darse cuenta. Es que se han registrado ya hasta accidentes de coche por culpa del jueguecito.
Si amigos mios, hoy no os vengo a hablar de otra cosa que no sea el afamado Pokemon Go
Recuerdo que corría el año 1999 cuando mis padres nos regalaron a mi hermano y a mi una game boy color (eso era la hostia por aquel entonces)
Y entre los juegos más famosos de esta videoconsola portatil, pionera en mi vida, estaban las ediciones Roja, Amarilla y Azul de Pokémon. Recuerdo que realmente el juego era de mi hermano, nosotros teníamos la edición roja, y a mi me dejaba jugar pero sin guardar(típico de los hermanos toca narices)
Me encantaba recorrerme las cuevas, los pueblos, hablar con la gente, era algo superdivertido.
Así se veía el asunto, hoy los creadores de juegos se tirarían de los pelos al ver estos gráficos pero por aquel entonces eso era la hostia.
Pues bien el sueño de todo niño de entre 5-15 años de la época, era convertirse en entrenador pokémon... 17 años después, catapúm, sueño cumplido, gracias a la tecnología de nuestros smartphones.
Y es que para el que no lo sepa (si es que hay alguien que no lo sabe), Pokemon Go consiste en eso, en ir por las calles de tu ciudad e ir capturando pokémon, conquistando gimasios y tal como si fueses el mismisimo Ash Ketchup.
El problema amigos mios es cuando una plena diversión, como puede ser un juego de móvil, se convierte en una auténtica obsesión. Y es que el jueguecito se nos está yendo de las manos.
El otro día en las escaleras del metro de Madrid (un lugar novedoso para mi) yo estaba subiendo tan tranquilamente y observando aquel nuevo mundo para mi, en esa ciudad tan estresante, cuando de repente alguien me empujó y subió corriendo como si fuese a llegar tarde a algún sitio... mi sorpresa fue cuando de repente lo veo en el rellano lanzando pokeballs a un banco ¿en serio?, a poco me tira el gilipollas.
Y ya no se trata solo de empujones o de la gente que se come farolas por la calle o cruza en rojo sin darse cuenta. Es que se han registrado ya hasta accidentes de coche por culpa del jueguecito.
Otra cosa que me pasó en Madrid relacionada con este juego es que, a las 5 de la tarde, cuando caía el Sol a capazos y había 39 gradicos de nada,, la gente salía a cazar pokemon como si no hubiera mañana, con lo bien que se está en casa con el aire acondicionado... a picar zanjas en medio de la carretera los mandaba yo... seguro que eso no lo hacían con tantas ganas.
Y bueno, por anécdotas no serán, desde amenazas por jugar a un gimnasio y que unos canis que están ahí presentes te digan que ese gimnasio es suyo (de hecho se pegarán en el sitio el día entero para "defenderlo"), hasta pegarse por la calle por conseguir un pokemon (lo he visto) y la que todos sabeis ya de Central Park.
Pero ahora os diré una cosa. Yo he jugado (por probarlo solamente) y os voy a dar envidia... ese pokemon que todos queréis y tanto ansiáis, si, el Pikachu... a mi me salió en un huevo de estos que solo tienes que andar un kilómetro... chincha rabiña.
Yo la verdad es que ya digo que me lo instalé en el móvil por pura curiosidad, ya que tenía tanta fama y aun llegué al nivel 5 justo para poder elegir color y como no, pues elegí el rojo porque es uno de mis colores favoritos. Pero la verdad es que viendo la cantidad de batería y de datos que consume... no gracias. Además igual es porque no he llegado a niveles altos pero a mi no me termina de enganchar el jueguecito. Dicen que puedes pelear en los gimnasios para entrenar a los pokémon y hacer piña en los gimnasios para protegerlos y tal, pero prrr, que no que no.
Otro de los motivos principales por los que no sigo jugando es porque hay que salir de casa y patearse la ciudad entera... vaya irse a tomar por culo para conquistar gimnasios o cazar pokémon interesantes... y como ya sabréis amigos y amigas mías, soy demasiado vago.
Vale que Pokémon Go promueve la vida sana, el que te tengas que mover, andar y eso para una sociedad donde la obesidad y el sobrepeso se están imponiendo está bastante bien, pero también promueve otras cosas bastante peligrosas si el juego no se utiliza con cabeza y medida, así que debería avisarse como en las botellas de alcohol o en las cajetillas de tabaco.
Así que tened cuidado con el jueguecito y tomadlo con moderación... y ahora que ya he terminado la entrada me voy a la calle a cazar pok... mariposas, si eso, mariposas me voy a cazar, que vaya bien.
Besis
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